jueves, 5 de julio de 2012

El Mercado de los Votos

Recientemente en Twitter me he topado con diversos comentarios--"tuits"--sobre la compra de votos que me han parecido un tanto cuanto miopes. Si bien esta red social está limitada a argumentos de 140 caracteres, me da la impresión de que se está tratando el tema de forma exageradamente simplista. Sí, la compra de votos puede resumirse en una gráfica de oferta y demanda, sin embargo, detrás de cada una de estas curvas existen un sinfín de variables que merecen un vistazo. Argumentos como "detrás de cada voto comprado existe un ciudadano que deseaba venderlo" resumen, a mi parecer, injustamente el fenómeno.

Detrás de la curva de demanda, para un partido "i", existen variables como: precio del voto; nivel de corrupción del partido "i"; número de votos comprados por los partidos adversarios; probabilidad de que el vendedor, en efecto, vote por el partido"i"; ingreso disponible para campaña; probabilidad de ser sancionado; el tamaño y tipo de sanción; entre otras. Esta curva creo que no merece mucha explicación--no es más que el beneficio neto del voto comprado adicional para el partido "i". En todo caso, como en todo modelo de estática comparativa, la autoridad (FEPADE, IFE, TEPJF, etc.) debería disuadir esta actividad tratando de impactar en las variables--aumentando la probabilidad de ser sancionado, disminuyendo el ingreso disponible en campañas, etc.

La curva que me parece más relevante--y en donde existen argumentos no sólo económicos, sino también de ética--es la de oferta. Los votantes deciden intercambiar sus votos a cambio de dinero por muchas razones. Muchas variables hay detrás de esta decisión, sin embargo, una de ellas es de extrema relevancia: nivel de ingreso. En un país en donde--según el Coneval--el porcentaje de personas viviendo en condiciones de pobreza moderada y extrema es de 46.2 por ciento, ¿cómo alguien sensato podría exigirle a esta gran parte de la población que no tome el dinero por poner una cruz en un pedazo de papel? Al final del día gran parte--creo, no tengo datos--de la compra del voto es una transferencia inmoral, pero progresiva.

Estoy seguro que la mejor política contra de la compra del voto es el crecimiento económico con buena distribución del ingreso--la solución extremadamente complicada para todos los males. La autoridad puede regular campañas y castigar delincuentes electorales, pero, mientras siga existiendo niveles de ingreso tan patéticos en un segmento tan importante de la población, el mercado de los votos seguirá funcionando vigorosamente--la capacidad del Estado no da para aumentar tanto el precio del voto. No olvidemos que México todavía no es un país desarrollado. Ocupémonos primero de desarrollo económico y después le entramos de lleno a los temas de la posmodernidad. El voto razonado no es una fuente rica en proteínas y carbohidratos.

Se atienden bufes en @manolovictoria

5 comentarios:

  1. Me gusta. A la mejor valdría la pena analizar, en otra entrada, la competencia que se establece entre partidos para la compra de voto y cómo impacta el resultado. Apuntas a una primera variable aquí, que es cuánto dinero tiene cada partido, pero supongo que también tendrá que ver con clientelas, es decir, votantes que se casan con una marca. Mi corazón de politóloga sufre un poco por el tratamiento eocnómico-racional de la democracia, pero es una discusión bien interesante. Felicidades, Manolito, has ganado una lectora.

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  2. Tal vez el precio que le ponga el elector a su voto no tenga tanto que ver con su nivel de ingreso (que no dudo que entre en juego), sino como por su percepción de que el voto tenga realmente algún valor. Si el elector sabe que su voto no define la elección y no le asigna valor moral alguno: su voto es comprable por, me imagino, cualquier incentivo económico que supere el valor de su pereza para ir a votar. Imagino, pero no tengo datos al respecto, que el elector pobre tendrá un precio más bajo, pero también habrá muchos de entre estos -quizás los menos pobres dentro de los pobres- que al mapache le cueste llegarle al precio si el elector pobre tiene una mayor expectativa de que su voto pudiera darle el régimen de gobierno que lo beneficiara más a largo plazo que la opción de votar a cambio de unos cien pesitos que le durarán uno o dos días.

    No sé, mi humilde opinión. En ambas posturas, lo que necesitamos son datos.

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  3. Muchas gracias por los comentarios. Sí, definitivamente, faltan datos para darle "punch" a los argumentos--es puro análisis teórico. Trataré de mejorar la solidez de los argumentos con el tiempo. Espero. Saludos!

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  4. Antes que nada quiero felicitarte por ser una persona más que se suma a compartir ideario libertario en nuestro país usando medios tecnológicos actuales. En referencia a tu marco teórico, yo agregaría que lejos de entrar en los detalles; queda resaltada una lectura clara y concisa en todo ello: El valor subjetivo del voto tiene un valor por donde lo vean, en el grueso de la "demos", lo que es lo mismo que el reflejo o resultante de toda "Democracia" Mexicana va a verse inmiscuida por este incentivo de apreciación, y de ello concluiría que toda Necesidad básica mata todo posible nivel de Cultura y se corre el riesgo de que la llamada Democracia realmente sea una mascara de otro monstruo mucho más peligroso llamado Oclocracia.

    Saludos y nuevamente ¡FELICIDADES!

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  5. Muy interesante. Me agrada y me parece un tema de largo aliento, sin duda. Me parece que además del nivel de ingreso o en todo caso, nivel socioeconómico (AMAI México) podríamos considerar otras variables para definir con mayor asertividad el perfil poblacional de quienes venden su voto:
    a) Autoconcepción de bienestar (personal y/o familiar)
    b) Nivel de acceso a la información (escolaridad, hábitos de consumo de medios de comunicación)
    c) Identificación partidista
    d) Valor de voto (económico, ideológico, moral, político)

    De fondo me queda claro que el eje de la decisión es económico y que obedece a la resolución de necesidades inmediatas para una gran capa de la población. Sin embargo, una comprensión más profunda del tema, junto a una serie de estrategias para educación cívica o participación social, coadyuvarían a empoderar a la ciudadanía.

    Tu tema me llama la atención muchísimo, ojalá sigas trabajando alrededor del él, pues determinar los componentes del mercado del voto les ayudaría tanto a los ciudadanos como a las instituciones a re construir, recomprender y re aprender el sentido de esta acción que emitimos, tan solo pocos millones, cada seis años en México.
    Un abrazo, padrísimo tu blog.

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